IV TALLER PREADOLESCENTES 2019
Una fiesta de arcoiris
Somos afortunados, hemos asistido a un taller de Inteligencia Emocional.
Y eso qué es?
Pues un taller donde nos enseñaron mogollón.
Fuimos entrando, mirando, de lado a lado, pero nada más llegar, nos pusieron a jugar.
Nos dijeron:
- que llorar está bien. Así que cuando quería llorar, lloraba
- que “soy mi mejor amigo” (esto no lo entendía). Pero en los tres días me convencía
-que “puedo divertirme mientras aprendo”, si hay algún teacher, que tome nota
- que “escuchar es el mayor regalo”, nunca imaginé todo lo que iba a aprender.
La facilitadora Concha nos dio muchas herramientas, pero no la de arreglar puertas,
sino la de cómo manejar o gestionar las emociones:
el miedo, el enfado, aburrimiento, celos, culpa y mucho más y, por supuesto,
el aprendizaje positivo que hay en las emociones negativas.
Película hubo, que nos enseñó a respetar a nuestros compañeros.
No podemos olvidarnos de unos amigos muy especiales, los títeres.
Nos ayudaron y hasta sus secretos nos contaron.
En varias ocasiones nos mandaban a callar y lo que queríamos era hablar, hablar y hablar,
aunque nos recalcaron que es súper importante saber escuchar.
Nos hablaron de inteligencias, de comportamientos,
nunca imaginábamos que hubiera tantas... Yo tengo algunas.
Pienso que he aprendido en 3 días lo que no he aprendido en mi cole,
que es saber manejar mejor mis emociones.
Ah! Debo comunicarles que se pongan en contacto con la Asociación para que fluya mejor.
Nuestros corazones han sanado, nos sentimos vivos, alegres, valientes y fuertes.
También agradecer a los líderes que estuvieron acompañándonos en este viaje de Inteligencia
Emocional:
Silvia y Aitor son un bombón
Lissette y Henry una pareja con madeja
Victoria en el teatrillo, en la gloria... y con quién?
Con sus títeres:
Eva, que la quiero de colega
Alba y Ana, de naturaleza sana
Laura, ni se sentía ni se oía
Lucía, toda una sinfonía
Candela es mucha tela
Virginia, que es muy fina
Isabel, como siempre, en su papel, mandando y ordenando
Concha, con la batuta en mano, no pierde ningún enano.
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